viernes, 2 de diciembre de 2011

Glühwein, una receta alemana para la Navidad


Hay un libro de cocina alemana al que tengo especial cariño, la escuela de cocina del Dr. Oetker. Lo heredé de mi suegra y es una reliquia de familia del año 1939 con suaves páginas amarillas, algunas desgastadas por el uso y una escritura antigua gótica difícil de descifrar sin una buena lupa.

Lo suelo rescatar de la biblioteca en época navideña porque tiene una receta antigua del famoso Stollen, pastel tradicional de Navidad, que es la mejor. Todos los años por estas fechas nos remangamos y nos ponemos a amasar harinas, pasas de diferentes clases, naranja y limón escarchados, almendras, vainilla, cardamomo, ron y no sé cuantos ingredientes más. Cuando el olor que desprende el horneado llena la cocina, sabemos que es Navidad.

Otro de los clásicos de la época es el Glühwein, vino dulce especiado y caliente, muy caliente. No suelo prepararlo en casa porque me gusta tomarlo en la calle, en alguno de los mercados navideños, cuando el calor de la taza calienta las manos y el vapor despierta la nariz. Lo acompaño con cualquiera de las comidas típicas que se venden en el mercado, con una buena salchicha, unas tortitas de patata frita con compota de manzana –los famosos Reibekuchen-, o un cocido de col agria con carne.

La receta del Glühwein que os dejo es muy fácil, también rescatada de la reliquia editorial de 1939.

Ingredientes
- ¼ litro de agua
- 1 rama de canela
- 4 clavos
- Corteza de limón
- 60-80 g de azúcar
- ½ litro de un buen vino tinto

Se cuece el agua con las especias durante 5 minutos, luego se añade el azúcar y cuando se ha disuelto, se añade el vino y se calienta a buena temperatura.
El vino se sirve muy caliente y se le añade la corteza de limón, las especias se retiran. También se puede hacer sin agua, poniendo ¾ de litro de vino, en el que se cuecen las especias. El resto es igual.

Ahora sólo me queda decir, zum Wohl!

1 comentario:

Demián dijo...

Pues que ese olor a navidad te impregne abundantemente y que la cocina sea un lugar de disfrute en vez de zona de trabajo.
A por el mandil y a ello.
Un abrazo